jueves, 28 de enero de 2010

Así, ahora. Capturar momentos es fácil. Lo que estoy capturando durante estos días es el tiempo. Que bonito todo. Que felicidad. Que estado de shock más placentero.
Ese es el secreto. Provocar(se) una gran emoción en cualquier situación.

miércoles, 27 de enero de 2010

99,9

Alto grado de besabilidad.

sábado, 23 de enero de 2010


Hablemos del duende. De ese que asoma la cabecita cuando conoces a alguien. Tímido el primer día, te puede hacer creer que no está, ni estará, que se perdió, igual que la inocencia. De repente un día te levantas y ya no está. Lo sabes, pero la dejas marchar. Con el duende no pasa eso, siempre está ahí. A veces brilla para tí y otras se echa a descansar (porque se reserva para los mejores momentos).
El duende de aquellos que me importan me embruja. Por sus diferencias, por sus similitudes. Podría decirse que es un color capaz de inundar una habitación. Estás tú y la otra persona y por arte de magia, sí, magia, un color te ciega. Pero de manera positiva. Te reconforta, te acurruca en su regazo. Es entonces cuando lo tomas prestado, para añadirlo a tu colección. Sile, nole. Como si de cambiar cromos se tratara.
Por eso cuando veo la cantidad de colores que he tomado a aquellos a quienes quiero, todo me vale. Todo está bien.


BOOOOOOOOOM.
¡Ese color otra vez!

sábado, 16 de enero de 2010

Paralizar-se.

No puedo escribir lo que quiero que se lea.
Digamos: 'Take a break'

lunes, 11 de enero de 2010

Estoy muerta de miedo.
Y hace frío.

domingo, 10 de enero de 2010

Capítulo 1 y 1/2. Su libertad era su condena.


Porque el sentido común sobra en esta historia y porque a la hora de la verdad, éste desaparece... lo primero será lo último. Puede que sólo por esta vez, puede que no.


Quizás para entender todo lo que se irá escribiendo sea necesario contar cómo era él. O al menos desde mi punto de vista. Quitaremos las florituras, las mariconadas de sentimientos que puedan alejarnos de lo que nos atiende, que es contar su corta vida y larga muerte.

Bien. Él era un hombre a un pene pegado. Tan simple como eso. Y punto. Creo, sinceramente, que las personas no son personas sino seres a algo pegado. Y que no son ellas mismas las que se definen sino 'la cosa' a la que están unidas. Después de esta aclaración que no es que aclare, empezaremos como ya se ha dicho, por el final, y a medida que avance la historia (o bien retroceda) espero que se vaya entendiendo el porqué él estaba pegado a su aparato reproductor.


Capítulo 2. O de cómo terminó todo.


Un año nuevo empezado y agarrándose aún al pasado, decidió (y no en ese mismo instante) que mientras durara su alegría no pensaría nada más. Era lo que mejor se le daba. En lo que más empeño ponía, quizás porque solo era libre de sí mismo en ese momento. Segundos, minutos o incluso horas de alguien que no podía hacerle daño. Es curioso cómo haciendo aquello que le estaba destruyendo, se sentía tan seguro.

Un año nuevo empezado y agarrándose aún al pasado, decidió compartir su más profundo temor.

_'Si no pudiera tener estos momentos de auténtica libertad, si al tenerlo muriera sin siquiera llegar a saborearlo... moriría en vida. Morir por no poder vivir. Y sé que pasará, que ya está ocurriendo.'

Ese es el final. La confesión. Sin pecado concebido.

sábado, 9 de enero de 2010

Historia de una polla (adaptación)

Capítulo 1. Terrible final.
Él amaba más el amor o hacerlo, que a sí mismo (difícil, creerlo). Él disfrutaba con dolor, pues el precio a pagar es bien alto, pero era así. Él amaba el amor. Y como buen amante, siempre existe para ellos, pobres, un destino fatal. Morir por no poder vivir. Sí.

viernes, 8 de enero de 2010

Concédete un momento para pensar. Sí, conceder.

miércoles, 6 de enero de 2010

_ ¿Me puedo sentar?
_ No.
_ Pero... si la silla está vacía.
_ Ya, lo sé. Pero por ahora me gusta verla así. Vacía. Es solo para mí.
_ Es bonita.

martes, 5 de enero de 2010

No hay nada que me estremezca más que esto. La sensación de que todo se (me) escapa.


sábado, 2 de enero de 2010

(mi) propósito: no propósito.

He andado bajo la lluvia y he dejado que el agua mojara mi cara. Sin prisa. Dejándola hacer. Dejándola hacer. Más consciente que nunca como si mi piel pudiera rozar la delgada línea que abraza mi cuerpo y lo separa de la realidad y los sueños. He sentido la ilusión y la fantasía y me han puesto la piel de gallina. Un escalofrío tan real como la lluvia mojando mi cara. Me he vuelto a perder en lo irreal, me encuentro cada día un poco más. Instantes que ocupan años, instantes que eclipsan. Esos son los momentos. Sí. Los momentos.

viernes, 1 de enero de 2010