Capítulo 1 y 1/2. Su libertad era su condena.Porque el sentido común sobra en esta historia y porque a la hora de la verdad, éste desaparece... lo primero será lo último. Puede que sólo por esta vez, puede que no.
Quizás para entender todo lo que se irá escribiendo sea necesario contar cómo era él. O al menos desde mi punto de vista. Quitaremos las florituras, las mariconadas de sentimientos que puedan alejarnos de lo que nos atiende, que es contar su corta vida y larga muerte.
Bien. Él era un hombre a un pene pegado. Tan simple como eso. Y punto. Creo, sinceramente, que las personas no son personas sino seres a algo pegado. Y que no son ellas mismas las que se definen sino 'la cosa' a la que están unidas. Después de esta aclaración que no es que aclare, empezaremos como ya se ha dicho, por el final, y a medida que avance la historia (o bien retroceda) espero que se vaya entendiendo el porqué él estaba pegado a su aparato reproductor.
Capítulo 2. O de cómo terminó todo.
Un año nuevo empezado y agarrándose aún al pasado, decidió (y no en ese mismo instante) que mientras durara su alegría no pensaría nada más. Era lo que mejor se le daba. En lo que más empeño ponía, quizás porque solo era libre de sí mismo en ese momento. Segundos, minutos o incluso horas de alguien que no podía hacerle daño. Es curioso cómo haciendo aquello que le estaba destruyendo, se sentía tan seguro.
Un año nuevo empezado y agarrándose aún al pasado, decidió compartir su más profundo temor.
_'Si no pudiera tener estos momentos de auténtica libertad, si al tenerlo muriera sin siquiera llegar a saborearlo... moriría en vida. Morir por no poder vivir. Y sé que pasará, que ya está ocurriendo.'
Ese es el final. La confesión. Sin pecado concebido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario