
Me acabo de autotorgar el premio a la ingenuidad.
(Y sí, tiene forma de copa porque para aceptarlo con saberestar hace falta estar muy ebrio.)
Si dicen que de los errores se aprende, yo, María Rodríguez del Valle, estoy a punto de alcanzar un estado de sabiduría nunca visto. Voy a evolucionar en divinidad. Adoptada por los dioses del Olimpo. Sí. Como oyen.
ese paaaaaaint! jajaja
ResponderEliminar