domingo, 14 de marzo de 2010

Ayer me sinceré conmigo misma. Después de aguantar demasiadas tonterías, expuse que no existía persona aún sobre la faz de la Tierra a la que le permitiera que se me rebajara por mi forma de vivir, de actuar o de pensar. No existía aún el hombre (niño) que se pudiera permitir el lujo de faltarme al respeto y desde luego que fuera capaz de decírmelo y salir de rositas.
No pensaba explicar nada de esto pero claramentefluorescente me ha inspirado.
Que yo hago lo que quiero, cuando quiera y como quiera y a quien no le guste, que no mire, porque desde luego no estoy aquí para agradar al prójimo, sino a mí misma.
Que se le va a hacer si la palabra pertenecer no tiene ningún valor para mí.

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