martes, 12 de mayo de 2009






Si dentro de unos años me preguntan que recuerdo de tener 18 años, diré que recuerdo jugar con la nieve, recuerdo tener los dedos congelados, recuerdo que no estuve sola y que fui realmente feliz. Recuerdo que creí ser mayor siendo aún una niña y que pensarlo me hacía reír. Recuerdo pasear sin preocupaciones por Madrid por el simple hecho de caminar. Recuerdo que la navidad pasó a un segundo plano, paso a convertirse en un marzo cualquiera. Recuerdo como la música nunca cesó de sonar hasta que decidimos irnos a dormir, solo convencidos de que la música estaría ahí al día siguiente. Recuerdo a mis amigos, aquellos de siempre y aquellos que ahora lo son. Si hiciera un balance de lo bueno y lo malo, solo existirían cosas geniales, no por haber faltado de las otras, sino porque lo que realmente es inmortal, son: los momentos felices.
No entraremos en el debate de qué es la felicidad, porque blabla. Solo digo que podría estar días y días contando las cosas buenas, y resumir las malas en una simple frase. Eso me hace pensar, que por ahora, todo está yendo bien.

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